Por Gabriel Martínez, Sr Communications Executive
Hay algo que he aprendido con los años trabajando en ambientes creativos: nadie llega lejos solo.
Detrás de cada gran idea que he visto nacer —esas que sorprenden, que emocionan, que hacen que alguien diga “esto es”— siempre hubo algo más que talento. Hubo respaldo. Ese tipo de respaldo que no siempre se ve, pero se siente. Que no se grita, pero se da. Que no pretende brillar más que la idea, pero sin el cual la idea no habría llegado a brillar.
El respaldo no es aplauso. Es presencia.
En un equipo creativo, respaldar no significa decir que sí a todo. No es levantar pulgares ni soltar elogios vacíos. Es algo mucho más profundo: estar. Estar cuando la idea apenas es un borrador tímido. Estar cuando las cosas no fluyen. Estar cuando alguien se traba, duda o se siente invisible. Es esa mano invisible que sostiene cuando el piso tiembla y que también te impulsa cuando hace falta dar un salto.
El respaldo es saber que si te atreves a proponer algo diferente, alguien lo va a escuchar. Que si fallas, no estás solo. Que si triunfas, no te aplauden desde abajo, sino desde al lado.
Lo que pasa cuando hay apoyo real
Cuando sabes que hay alguien cubriéndote la espalda, tu creatividad cambia. Dejas de pensar en quedar bien y empiezas a pensar en qué tan lejos puedes llegar. Las ideas se vuelven más sinceras, más valientes. Hay menos miedo al error y más ganas de probar. Dejas de cargar con todo y empiezas a construir con otros. Y eso, créeme, se nota en lo que se crea.
Estas son algunas cosas que he visto pasar cuando el respaldo es real:
- Se arriesga más, porque hay red.
- Se colabora mejor, porque hay confianza.
- Se avanza más rápido, porque nadie está cargando solo.
- Se disfruta más el proceso, porque sabes que alguien va contigo.
No se trata de talento individual, sino de redes invisibles
A veces, lo que diferencia una buena idea de una extraordinaria no es cuánto talento tenía la persona que la pensó, sino cuánta confianza sintió al compartirla. Y esa confianza no se da sola. Se construye. Se cultiva. Se elige todos los días cuando alguien decide escuchar, sumar, respetar y empujar.
La buena noticia es que esto no depende de un manual ni de una fórmula mágica. Solo de saber trabajar en equipo.