Por Stephania Stamatio, Head of Operations

Organizar el tiempo de manera eficiente puede ser un desafío, especialmente cuando los imprevistos surgen y desbaratan incluso los planes más detallados. Desde cortes de luz inesperados hasta la llegada de tareas de último minuto o noticias desalentadoras, los días pueden pasar rápidamente de ser productivos a complicados. Sin embargo, la forma en que se manejen estos momentos puede marcar una gran diferencia en el bienestar personal y profesional.

Es importante reconocer que nunca se tendrá un control total sobre todo lo que pueda ocurrir en un día. Aceptar esto es el primer paso para evitar caer en un espiral de frustración o ansiedad. Aferrarse a lo que salió mal o dedicar demasiado tiempo a pensar cómo podría haberse prevenido no ayuda a avanzar. Por el contrario, puede desviar el enfoque de las soluciones y afectar negativamente otras áreas de la vida.

En este contexto, aprender a darle a cada situación su lugar es clave. Cuando algo inesperado sucede, es importante dedicar tiempo a resolverlo de la mejor manera posible, pero sin permitir que ese momento domine el resto del día. Llevar el enojo, el estrés o la frustración a otras actividades puede generar un impacto acumulativo que, con el tiempo, afecta la salud mental, las relaciones y la productividad.

Aquí es donde entra en juego el mindfulness. Esta práctica, con más de 2500 años de historia, no se limita a la meditación. En esencia, el mindfulness consiste en estar completamente presente y consciente del momento actual, sin juzgar lo que está ocurriendo.

Practicar mindfulness puede ser una herramienta poderosa para manejar los imprevistos y mantener el equilibrio. Estas son algunas formas de integrarlo en la rutina diaria:

  • Pausas de respiración consciente: Durante el día, dedica unos minutos a practicar la respiración consciente. Esto te ayudará a recargar energía y mantener la concentración.
  • Preparación para reuniones: Antes de una reunión, tómate un momento para centrarte. Durante la reunión, practica la escucha activa y evita distracciones para estar plenamente presente.
  • Reflexión al final del día: Al terminar la jornada, dedica tiempo a reflexionar sobre lo que salió bien y las oportunidades de mejora. Esto te permitirá cerrar el día de manera positiva y planificar mejor el siguiente.

Por ejemplo, si te encuentras a punto de entrar a una junta tras recibir una noticia frustrante, el mindfulness puede ayudarte a poner esa situación en pausa y concentrarte en lo que requiere tu atención inmediata. Al estar presente y consciente, no solo podrás desempeñarte mejor en la junta, sino que también podrás volver al problema después, con una perspectiva más clara.

En un mundo donde el ritmo acelerado puede hacernos olvidar estar presentes, incorporar el mindfulness en la rutina diaria tiene un impacto transformador. Nos ayuda a no engancharnos con problemas que pueden resolverse progresivamente y a manejar los malos días de manera más efectiva. Como resultado, mejora no solo la eficiencia en el trabajo, sino también el bienestar general.

Adoptar estas prácticas puede ser el primer paso hacia un estilo de vida más equilibrado, donde los imprevistos no definan el día, sino que se conviertan en oportunidades para crecer y adaptarse.